miércoles, 3 de marzo de 2010

Miroslav Tichý- 20 de Noviembre 1926 en Kyjov, Moravia.(Voyeur)



"¡La fotografía es pintar con luz! Las manchas, los puntos... ¡eso son errores! Sin embargo, los errores son parte de la foto, le dan su poesía y la convierten en una pintura. ¡Y para eso se necesita una cámara tan mala como sea posible! Si quieres ser famoso, tienes que hacer lo que haces peor que cualquier otra persona en el mundo entero.", Miroslav Tichý.







Fuentes: 7 Palos de Amianto



Tichý, que nació el 20 de noviembre de 1926 en un pequeño pueblo de Moravia, Kyjov, es hoy un viejo animal domestico, ya no ahuyenta a los visitantes curiosos lanzándoles un hacha. La gente dice que Miroslav Tichý nunca ha tocado a una verdadera mujer, sólo ve bragas, circulando por las calles o reposando en un banco. La cuestión es que nunca se ha preocupado por el público, de una exposición o de una publicación, para él, por nada de eso valía la pena luchar. La iusilón del mundo, de todos, es una mera apariencia, un archivo, y todo el mundo reconoce sólo lo que quieren, se mantiene en repetidas ocasiones. Tichý vive en su propio mundo, uno que no está determinado por objetivos convencionales ni por bondades maléficas (sujetadores demagógicos de ceñir)

Después de haber entrado en la Academia de Arte de Praga en la década de 1940 probó suerte como pintor y dibujante. Su amigo de infancia y salvador de su vida así como de su obra Roman Buxbaum, da fe en las nueve entrevistas que he leído de que era un pintor talentoso, pero Tichý el excéntrico se retiró para tomar fotografías. En 1948 decide también retirarse de la mirada del comunismo autócrata y loco de la Europa del Este; eso conllevaba un coste, pasó quince años en psiquiátricos, lo tomaron por loco a él, donde manda un emperador el lacayo se arrodilla o no pasea los huesos por el horizonte que se muere al final de la calle. Ese choque con la sociedad del calvario pro-ruso y su personalidad introvertida le adentró en esa espiral lenta de no preocuparte del mundo ni de nadie que lo habite, descuidó su aspecto y en su pueblo le reconocían por vagabundo y demente, el hombre del saco, pues hasta los niños temían al verle.

Pero Miroslav quería esa marginación, la buscaba, era ya un samurai "Soy un samurai, y mi único objetivo es aniquilar a mi adversario". Corrían los años sesenta y había aguantado el infierno estatal así como el despotismo inherente de un pueblecito. Era talentoso e ingenioso, en el agujero en el que se encerró estaba lleno de libros de poesía, de historia y de toda clase de narrativa y por supuesto de óptica. Empezó a construir sus cámaras de cartón, objetivos con latas de tomate, ruedas para pasar películas de tapones de cervezas y trozos de plexiglás encontrados en la basura para pulir lentes… diseñó cámaras fotográficas imposibles. En aquel pueblo perdido de Chequia se impuso tirar cien fotos diarias, todas de mujeres, persiguiéndolas, aún hoy, lleva treinta años girando sobre ese punto, llenado su casa-agujero de fotos y de dibujos, años sin calefacción agregaron el moho que hoy día se expone en los mejores museos y galerías del mundo. Muchos lo consideran un Voyeur, aquellos que no ven en sus fotografías una belleza que les resulta invisible, un mundo de armonía, sensualidad y gracia (Buxbaum dixit). El samurai contesta: “Yo no soy pintor. Ni escultor. Ni escritor. Soy Tarzán en la jubilación” “Soy una persona asilvestrada, incluso Juan de Nepomuk, o Dios, tiene alguna influencia sobre mí. Nadie” “Yo no como animales, porque el animal es como yo”.






En invierno dibujaba chicas desnudas al sol o sentadas frente a él completamente desnudas y abiertas. Todos los días del verano checo, Tichý se atrincheraba frente a la valla de la piscina de Kyjov y disparaba sus cientos de fotos diarias; mujeres, las niñas tomando el sol en el parque, las mujeres maduras en el mercado y en bici por la calle… La pose natural, y risueña de las chicas quizá se deba a que pensaban que sus cámaras eran sólo chatarra de lavadoras amarradas con hilos de zapatos de un loco, pero el erotismo, la malicia, toques de ironía y buen humor, esos, se los da la mirada profunda del samurai, esa forma de vida automarginada, los da sin alardes y sin rabia de perro egocéntrico, festejando su pasión por las mujeres que nunca ha tocado físicamente, sólo acariciado con los ojos, descuidando el resultado final tanto, como los harapos que viste; bebiendo mucho, casi deliberadamente, como vivir en su agujero, todos movimientos favoritos nada casuales, ni la aparente pobreza lo es, nada es accidental en la vida del viejo animal fotógrafo, y por méritos, Tarzán japonés: No hay nada comparable en la historia de la fotografía



“Naturalmente, Tichý no ha venido a ninguna de las galerías en las que se ha expuesto su obra. Ni se lo pregunté”, añade. “Pero cuando le enseñé el catálogo vi en sus ojos algo que se parecía a una especie de felicidad”. (R. Buxbaum)

A pesar del reconocimiento internacional que sus fotos están cosechando, Tichý sigue viviendo en el mismo agujero en Kyjov.

Ahora, los de Kyjov ya no se ríen tanto del extraño hombre de la barba larga que iba siempre cargado con objetivos de lata.





3 comentarios:

anarcopunkonsamba dijo...

:)

"Mañana" con tiempo vuervo y dejo un comentario como el que se merece tu trabajo!!!

Gracias. Todas.
Besos. Todos.

Y el eterno Gasshô que nos une!

mua

jota dijo...

:( zurdooooooooooo!

Tarde me entero...


MuA

Zurdo dijo...

Me enteré por ti. Dejé en el feisbuk nota de despedida tras leerte.

Un beso KurtA.

tq.