martes, 14 de enero de 2014

La muerte de Noodle

El verano ya no me reconoce, ya no
se enfureció, se volvió aburrido.
El verano ya no me reconoce
él simplemente me dejó solo y deprimido
Porque sé que tu amor... se está muriendo

Yo fui testigo de aquel día
perdí la cabeza. Dios, estoy bien.
Puede que un día quieras ser mía

No detengas el dinero cuando te llegue
es el amanecer, ya lo verás.
El dinero no llegará hasta allí
pasaron diez años esta noche.
Ya puedes escapar, y si lo haces
tendré las fuerzas para encontrarte.

Yo fui testigo de aquel día
perdí la cabeza. Dios, estoy bien.
Puede que un día quieras ser mía.

Fui testigo de aquel día
perdí la cabeza, Dios, estoy bien.
Puede que un día quieras ser mía.
Puede que un día quieras ser mía.
Puede que un día quieras ser mía.






miércoles, 11 de mayo de 2011

“Si no puede o no sabe soñar…”



“Si no puede o no sabe soñar…”

Cruzando Cris Hani road, un grupo de chicos sonríen. Hace tiempo que están allí.

Es la hora en la que Shelter sale a pintar graffitis para los turistas.

- Viste, cada vez son más los que te esperan.

No me contesta. Está en un rincón del salón demasiado entretenido guardando las pinceletas en la mochila. Tampoco lo hace Zunaid, quien sigue con los ojos clavados en el libro marrón de puntas carcomidas dejado por un turista como forma de pago. Es un tratado de química, XXI Century Alchemists, firmado por un tal Ferrarius. Escribe los márgenes, subraya, dobla las hojas. El libro lo tiene hechizado.

- Todo está inventado, amigo mío- le digo, a propósito, para que me mire y sabiendo qué palabras usará para defender el futuro.

-No podremos fabricar petróleo, curs, quién no sabe que se necesitan un millón de años para transformarnos en una gota, pero quizá consigamos algo que lo reemplace y entonces ya nadie va a invadir tierras ajenas y entonces…

(Sí. Creo que repite uno de los sueños de Shelter.)

Los turistas eran cada vez más exigentes, más sofisticados desde que el Google Earth nos mostraba como la tierra de las piedras brillantes entre rostros oscuros. Cuatro aviones diarios, 120 personas por avión y un solo deseo: hacerse ricos. Cuando comprendían la realidad (todo había quedado vacío) buscaban algo para justificar el viaje, un souvenir exótico para la vitrina de sus casas. Fue cuando comenzaron a desaparecer los lagartos o las lajirtijas de las plazas y se los podía encontrar a quinientos dólares en los estantes de las otras tiendas. Disecados.

Rabia. A Shelter, la nueva costumbre le daba mucha rabia y no veía modo de salir de esta nueva tendencia mercantil hasta que conoció a ese extraño turista que le pedía “un sueño para cuando estoy despierto”. Dos tardes después el hombre se llevaba sus “Trenes”. Le dio un sueño donde los vagones competían con los ríos, donde no existían las vías muertas. Todas llegaban a destino y ofrecían un hogar para vagabundos. El hombre pagó con un par de botas de agua, un capote de la marina francesa y el libro de química.

Desde ese momento, los cajones comenzaron a crecer. A los clásicos de sueños sumábamos, ahora, los “PRE-SUEÑOS”. Sí. Absolutamente personales, intransferibles. Indicaciones en papiro y tinta china, con nombre propio y posibilidad de ampliación. Escritos en la lengua original del soñador o en isizulu y la traducción aparte. Las indicaciones de uso eran sencillas: Antes de dormir, como quien toma una pastilla, se lava los dientes y reza, así, todas las noches se debían repetir las secuencias del presueño. (Hasta donde sé, nadie los devolvió) Muchos se ubicaban en una especie de paraíso bíblico. Otros, más reales, desplegaban su acción en las más importantes ciudades del planeta (París-Roma-Atenas, eran las favoritas para los presueños de amor). Y fuera de él, también. Hubo un señor calvo, de Australia, que buscaba un sueño en el anillo B de Saturno y una sudamericana que deseaba un puente de 11.000 kilómetros construido sobre el océano Atlántico.

La lista de pedidos especiales para Mayo colgaba de un alfiler junto a la imagen de Héctor.

PEDIDOS ESPECIALES-MAYO

Robot para minas antipersonales: 4

Bolsas con medicamentos: 3

Libertad para los esclavos de Corea del Norte: 1

Vacunas contra el SIDA: 4

1 bala y/o 1 litro de nafta por 1 kilo de comida: 10

¿Precio? Trescientos dólares no es caro. Con ese dinero se financia la escuela-hogar de graffiteros y el criadero de lajirtijas.

“Si no puede o no sabe soñar…”

¿Voces en contrario? Claro. Muchas. Aquellos que criticaban el hecho de que los sueños fuesen un negocio…

“Los sueños son patrimonio de los artistas, no tienen precio” Se leyó en un editorial de la revista “Soweto NoW”. Ese día las carcajadas de Shelter llegaban hasta la calle:

- Egoístas que tienen tiempo para desperdiciar sueños. ¿Acaso hacen algo con ellos? Yo canjeo sueños y pre-sueños por mundos mejores. Las personas duermen seis horas como mínimo y despiertan sin recordar o peor, recordando pesadillas; sueñan con la misma vida sin colores que tenían antes de dormir. Digamos que es un intercambio de colores: yo les doy sueños en colores y ellos me dan trescientos dólares para ponerle color a este otro mundo.

Ya casi termino de arreglar la vidriera. Al viejo maniquí le pusimos los tesoros del soñador de trenes.

Pienso que no deben quedar muchas paredes vírgenes en el Soweto; Shelter tiene muchos discípulos con sueños propios que saben pintar.

“Si no puede o no sabe soñar”

- Es hora, miralos, me están esperando.- dijo, poniéndose al hombro su mochila cargada de frascos y aerosoles.

- Sí. Como cada día.

- ¿Sabés? Necesito que me ayudes.

- ¿A acomodar más cajones?

- No, a soñar un rato.

* Une pieta sud-africaine. Soweto, 2002. Ernest Pichon Ernest



jueves, 7 de octubre de 2010

MEZCLA PENNING. carta alcaloide 4





Ferrer

Nuestra ardilla con gafas disparaba fotos desde un árbol al gato que brincaba con cinco latas de tomates amarradas al rabo por el alambre de cianuro del cometa verde de Saturno, cuando un virus informático vórtice híspido nos zigzagueó hasta la puerta del cine Loren de una ciudad al sur de Sighisoara. Bailaban frente a la entrada junto a un violinista dos niños gitanos nativos de aquella avenida, robots descalzos de la casa de cartón. El cine estaba cerrado por defunción de las órbitas concéntricas. En el sombrero dejamos una foto del gato Warhol y una tarjeta con créditos que arreglan el mundo alejando a los archienemigos del origen de los ojos azules del Este.


La noche quieta sin el cielo de las bicicletas desbordada por los coches de luces rojas al pasar, la fina lluvia que se asoma para despedir al día. Pasear dentro de una nueva imagen de fotografía por la ciudad buscando el final de los huesos rotos. Inmutables al agua, a las señoras desnudas bajo visones atómicos nadando por las calles. “Amarcord” de Tonino, de Úrsula Iguarán. Me acuerdo, entonces, del viejo enloquecido de Riohacha que quemó la iglesia la misma noche que perdió a su esposa.


Estrujarnos un poco más para protegernos de las gentes y disfrutar de la seducción de la sonrisa nerviosa al sentir el viento de rascacielos de agua salvaje en la cara. La luz de las farolas rojas que va frunciendo la noche en el cerebro para no olvidar que en el parque de los niños nos espera un refugio que nos llevará bajo el lago soñado de Atitlán donde vestirnos con nuestros exoesqueletos de aviadores para matar a los superhéroes y acabar con los eslabones milenarios que encadenan a todos estos mundos a la muerte más incomprensible y deshonesta. Mover el Sol mil años bajo las noches sin estrellas para así restaurar nuestra verdadera conciencia eónica de contrabando para vivir sin el traumático dolor sensorial oficial.



Un beso cuando despertamos del sueño. Sabemos que es real.

Tercera Carta "free stile" a Shelter





RE: Una luna maniática.


[Concurso 1,2,3 Responda otra vez…
Formas de compartir la vida:
1) Pasear de la mano (aún en sueños)
2) Reír a dúo
3) Compartir un guiso de letras
4) Alcanzar un vaso de agua… ]




Perdoná que te escriba a los cachetazos pero el ciberespacio es demasiado cruel y caro por estos inviernos.


Estuve en el parque. Te asombraría ver que nada ha cambiado. Ná de ná. Ni siquiera la escarcha, que todo lo derrite, logró desnudar a las margaritas. ¿Te acordás del chico sin piernas? Él también, igual. Siempre al costado de la glorieta… sobre su mantita cuadrillé. Hoy entregaba unas láminas con los signos del horóscopo chino y, obvio, por dos pesos, me quedé con una. (Sabés que me importa un pito todo ese bla bla bla de que son los padres los culpables, de que no hay que darles dinero, que los usan, que el gobierno debería...; no sé si la conciencia, el alma o lo que fuere: no me puedo negar a las caras sucias ni a las manos tristes)


Cuestión que los famosos chinos dicen que somos caballos de fuego. CaBaYos de fuego. Así nomás.


Te copio un párrafo:

“Los Caballos aman la libertad. Libertad para mantener sus propios horarios. Libertad de la rutina. Y, libertad de alguien que desee atarlo. Increíblemente laboriosos y con una gran confianza en si mismos, los caballos aman los desafíos.”

Desafíos. Caballos. Un parque con margaritas inmortales. Piernas fuertes para correr, bailar, cruzar calles o asegurarnos la dosis de pan diario.

Imposible pedir más. Como buenos caballos vamos cabeza a cabeza, sin pensar en el premio.

¿El final de la carrera? Allí donde terminan las vías o el clásico arco iris…
Allí donde todos corren con la cara limpia.


Dejo acá. Necesitan la máquina.

Yetés.

P.D.: Acepté el desafío de las manías así que no escribí ni una.

KurtA

Segunda Carta Neoteista a un Sátrapa





Vendredi. Ensayo un saludo políglota que combine con el color de tus ojos.

(Esta vez va en botella de ron. Quizá la próxima carta viaje en una de caña Legui: no quiero recibir miradas de reojo ni ser tildada como traidora a la patria).

Creo que el invierno se dispone a abandonar estas tierras. ¿Embotellar la niebla del riachuelo? No. Ni lo sueñes, camarada. Sé de alguien que lo intentó… La niebla se le metió por los poros hasta llegarle al alma. Y ya sabemos lo que les pasa a las almas aniebladas.

La semana pasada visité a los patafísicos de Florida y Diagonal Norte. Todos Sátrapas de primerísima línea que me confirmaron lo que siempre hemos sospechado:


Estuvimos muy cerca (se nota en las arrugas de tus costas y las mías) hasta que el llanto de los tiranosaurios abrió esta brecha acuosa que llaman océano.

¿Habrá sido dios (mostrando signos humanos) el que provocó estos tajos en la cara de la tierra?

Uf. Si de dioses hablamos, el Raise Borer Strata 950 recibe, a diario, cientos de súplicas. A setecientos metros de la libertad, ellos, los treinta y tres que juntaban (cuando la montaña aún no se había quejado) pedacitos de plata y cobre para la fondeu de la reina, esperan.

Busco en mi memoria algún pasaje, más o menos creíble, del por qué todos separados.

“Ateo, gracias a Dios” dijo el hijo del ferretero mientras acariciaba el ojito de Simone Mareuil.

“Soy la voz que clama en el desierto” dijo la cabeza de Juan.

Y más. Convertido en precursor de dios (rojo Kandinsky en su cresta al viento), al gallo del coronel, le tiembla el buche vacío al escuchar la palabra “Mierda”…

Camarada… Camarada…

Quedé de este lado, camarada. Piedras talladas, nuestras bibliotecas- lejos, la voz de Cesar diciendo “Déjala arder. Es una memoria llena de infamias”-. No hay blasones ni palacios. Fuego, sí. Fuego, hay. Y pobreza (esta es igual en todas partes)
Museo de cacharros y collares y trapos viejos y momias y polillas. Y un cuento mágico. O varios. Ovarios de la Pachamama que fueron saqueados por los dueños de los mapas. Melancolía de siku… y yo deseando ser pandereta.

Se me ocurre que, en otra vida, podríamos ser geógrafos y diseñar el mundo a nuestro antojo. Evitaríamos grandes males…

En fin. Dios dirá.

P.D: el próximo mensaje será con sombras, casi un Rembrandt a media voz.


Jota

1ª Carta Cubista a Habacuc






Cuando la justicia se ahuyentó de la tierra los hombres adoraron al tomate nicaragüense (Job.42.6-8)

En la confusión roja, algunos crearon un blog, otros una agencia gráfica. Mis vecinos compraron una Mobylette Sónar. Del rechazo a la ganancia injusta nació la iglesia católica (risas de manicomio en el gallinero del Real) En la mía demencia nacieron margaritas azules de acerados dobles tallos como los cañones superpuestos de la escopeta aterciopelada de Camilo Cienfuegos. El hambre. El nivel del mar subirá 49 centímetros al final del siglo 21. En esta carta pedimos novicias para las santas Aguas y Perpetua. Por cada señorita virgen que abrace esta fe de las nieves de la cruz metálica del monte Gorbea derogaremos dos estilos literarios, dos santos herejes y sentaremos a los difuntos Papas en el tribunal del Planeta (el clero se zampó al populacho: El Planeta con el clero. Basado en la lógica elemental de lo sencillo)

Jordi Socías publica álbum este año. Quizás en marzo, si, fue. En el libro de Nostradamus se profetiza que habrá una reseña de esta carta en los tebeos de “Anacleto, agente secreto” concretamente en el número 2 del año 77. Habacuc reservó derechos de admisión en la segunda parte de su libro (el rechazo) Digamma salidas de las cuerdas de Fideo de Mileto.

Las moscas que Dalí veía en sus tortillas voladoras y los caracoles hibernando aún en las venas de Burroughs. Las mujeres emplean otras artes muy distintas para matar. Veneno de la amnesia de los colores en los viajes de Cabeza de Vaca por Sinaloa, jefe de bomberos que incendió Asunción milenio y medio justo después de Nerón. Por lo ocurrido nada se puede hacer ya, dijo el mariscal Estigarribia descubriendo una placa en la plaza de armas. Nagasaki y Montevideo. La maldad es inherente al humano; el inconsciente colectivo y asesino del que hablaba Jung. Somos destructivos ingénitos como lo es la naturaleza de toda creación. Para vivir (bien) hay que matar -Pío LXVII-. Hemos llegado a dejar de pensar, pero seguimos acomodándonos y embruteciéndonos paulatinamente como sólo saben hacerlo las pupilas de un ciego.

Estigmas de delirio nórdico mi anterior carta cuando no pecas de ignorancia de que continúo tomando mis pastillas. Necesito ayuda pero no que me des tiros de posta. Recuerdo quizá, eso creo, de que te hablaba de la bondad de Torquemada y de su institución cimentada en esa última justicia. Disponme un cordero dulce. Escribió el Lobolejano "Hubo un tiempo de ciudades sin pellejo" Por peripecias de microchips quedó dentro de mi botella.

Anexo. Bien, lo que quería contarte en esta carta. No creo en los hombres que hablan en los bares. En la barra, sentado a mí lado relataba uno concerniente de un pobre que no pedía dinero para él, visaba que leyó en su cartel de pordiosero que la limosna se la dieran al padre del niño encontrado asesinado a las afueras de la ciudad. La avaricia. Robar el baúl de los francos franceses a Picasso fue imposible, lo encontraron sentado encima del enorme monedero. ¡Creo en Jesús! me gritaba un papel tirado dentro de un inodoro. Yo también. 
Ferrara

jueves, 30 de septiembre de 2010

Desperfecto Lunar...





No sé qué pasó con nuestro querido Soweto_blog...

Pero volverá ( O será en otro lado!)

Besoszurdos!

domingo, 20 de junio de 2010

MADABA

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disco de las voyager

Un paquetito. Un libro, una hoja de carta amarillo Van Gogh y un disco con la figura espacial obligada de una aduana. Una niña con un vestido sin flores. Mil caricias del corazón.

En la primera noche sin luna del mes de los cien dias, una sirena rojiza del tropico salvó a un bebé de humana de la pirámide de Beni Mazâr en donde se sacrificaban niños en el nuevo siglo. Un llanto de sangre de una mujer de agua que inundó La Tierra hasta enfriarla. De las sanguinolentas preñadas tinieblas de esa noche, reventó las rocas un volcán de hielo de metano derretido que abatió a esa inmensa población del planeta. Cayeron todos los soberbios, los envidiosos que no toleraban ni podían soñar. Las réplicas de los clones; los fanáticos y los vulnerables sensitivos: los débiles.

Los hijos de Noé, sobrevivientes a la noche de plata (el hielo alcanzó la atmósfera y una brisa smog de la luna Europa nos encerró en el color del mercurio) unidos en un mismo lenguaje e inalterable, hemos decidido construir una nueva Babel con los libros de páginas infinitas de Madaba. Una torre tan alta que aunque el Dios hunda la torre en las tinieblas del lodo de metilo, en esta ocasión la cúspide del tercio superior será tan hermética, tan extraordinaria, que tocará el cielo del borde del Universo. Una edificación sin mártires. Decidir con nuestros ojos mirar ese objeto sagrado al que Borges llamó Aleph. Por fin podremos observar como crea el Señor Dios el rayo de Arco Iris que nace a los pies de la sirena y que alcanza donde el viaje de la velocidad de la luz es terminada: el infinito.

martes, 8 de junio de 2010

Los Colores de los Sueños: Nag Hammadi



(I) EL GRIS


En el estanque de las sombras de la ira casi dormían tres sueños. Ideas dentro de viajeras láminas homogéneas; uniformes, sueños idénticos salvo en los colores. No nacieron de la cólera y, aunque el frenesí de sus movimientos podrían llevarnos a pensar que sí son hijos de la violencia, descubierta la verdad nada velaría la certeza de sus embriones primarios en los colores de los ojos, dentro de un sueño más poderoso y dominante.

Este Dios creador de ensoñaciones es un Dios en blanco y negro. Decadente como todos los dioses cinco mil años después de originarse. Entumecido de pura indigesta egocéntrica y vicario de armar pendencia con la chifladura, que es el adorno más brillante en las láminas, el atrevimiento del corazón en la libertad organizadora del soñador. Ahora duerme casi todo el tiempo y sus decisiones dejaron de afectar a los sueños hace muchos años, décadas. Un antiguo colaborador y esclavista suyo dijo ante el Gris, nada más verlo, que era el principio del fin de su señor, el color era por si sólo más sugerente que toda su doctrina, más fuerte su radiación de información y control que todo el miedo cosechado por ésta durante miles de años. Pero no fue un color sino la Psilocibina quién realmente hizo olvidar para siempre el miedo de los hombres: acabados los miedos ¿Quién necesita a un Dios viejo y debilitado?

Los templos fueron destruidos, los credos invalidados, abrazados los métodos, los mercaderes de largos hábitos desterrados de la memoria colectiva y los seres de átomos reeducaron su pensamiento volviendo a la primera filosofía: la Metafísica. Obviando por manido y valetudinario al cielo, ontologicamente descartado. Las creencias sobrenaturalistas quedan como parte esencial de la cultura y la historia humana, pero muy alejada de la condición humana; el gnosticismo del Siglo XXI dentro de la triptamina Deísta, incognoscible fusión que redefine dicha postura filosófica: seguridad de la existencia de un Dios sin Universo, pero, de terrorífico, higiénico expulsarlo del paraíso de los sueños.

domingo, 16 de mayo de 2010

NOVELA: Pomponio Flato en Nazaret de Galilea

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Que los dioses te guarden, Fabio, de esta plaga, pues de todas las formas de purificar el cuerpo que el hado nos envía, la diarrea es la más pertinaz y diligente. A menudo he debido sufrirla, como ocurre a quien, como yo, se adentra en los más remotos rincones del Imperio e incluso allende sus fronteras en busca del saber y la certeza. Pues es el caso que habiendo llegado a mis manos un papiro supuestamente hallado en una tumba etrusca, aunque procedente, según afirmaba quien me lo vendió, de un país más lejano, leí en él noticia de un arroyo cuyas aguas proporcionan la sabiduría a quien las bebe, así como ciertos datos que me permitieron barruntar su ubicación. De modo que emprendí viaje y hace ya dos años que ando probando todas las aguas que encuentro sin más resultado, Fabio, que el creciente menoscabo de mi salud, por cuanto la afección antes citada ha sido durante este periplo mi compañera más constante y también, por Hércules, la más conspicua.
Pero no son mis infortunios lo que me propongo relatar en esta carta, sino la curiosa situación en que ahora me hallo y la gente con la que he trabado conocimiento.

Mis averiguaciones me habían llevado, desde el Ponto Euxino al territorio que, partiendo de Trapezunte, se extiende al sur de la Cilicia, a un lugar donde existe una extraña corriente de agua oscura y profunda, que al ser bebida por el ganado vuelve las vacas blancas y las ovejas negras. Después de un día de viaje a caballo llegué sólo al lugar por donde discurren estas aguas, me apeé y me apresuré a beber dos vasos, ya que el primero no parecía surtir ningún efecto. Al cabo de un rato se me enturbia la vista, el corazón me late con fuerza y mi cuerpo aumenta groseramente de tamaño a consecuencia de haberse interceptado los conductos internos. En vista de este resultado, emprendo el camino de regreso con gran dificultad, porque me resulta casi imposible mantenerme sobre el caballo y más aún orientarme por el sol, al que veo desplazarse de un extremo a otro del horizonte de un modo caprichoso.

Llevaba un rato así cuando oí una poderosa detonación procedente de mi propio organismo y salí disparado de mi cabalgadura con tal violencia que fui a caer a unos veinte pasos del animal, el cual, presa de espanto, partió al galope dejándome maltrecho e inconsciente.
No sé cuánto tiempo estuve así, hasta que desperté y me vi rodeado de un numeroso grupo de árabes que me miraban con extrañeza, preguntándose los unos a los otros quién podía ser aquel individuo y cómo podía haber llegado hasta allí por sus propios medios. Con un hilo de voz les dije que era un ciudadano romano, de familia patricia y de nombre Pomponio Flato, y que de resultas de una ligera indisposición me había caído del caballo. Habiendo escuchado atentamente mi relato, deliberaron un rato sobre cómo proceder, hasta que uno dijo:
—Propongo que le robemos lo que todavía lleva encima, que le demos por el culo reiteradamente y que luego le cortemos la cabeza como suele hacer con los viajeros nuestra pérfida raza.
—Pues yo propongo —dice otro— que le demos agua y alimentos, lo subamos a un camello y lo llevemos con nosotros hasta encontrar quien pueda curarle y hacerse cargo de él.
—Bueno —dicen los demás con voluble facundia.
Tras lo cual me levantan del suelo, me atan con sogas a la giba de un camello y reemprenden la marcha. Al ponerse el sol la caravana se detuvo e hizo campamento al pie de una duna, sobre la que se encendió una fogata y fue colocado un vigía para mantener alejados a los leones u otros merodeadores nocturnos.
Cinco días he viajado con estas gentes, de vida trashumante, pues no pertenecen a ningún lugar ni se detienen tampoco en ninguno, salvo el tiempo necesario para comprar y vender las mercaderías que transportan. La caravana está compuesta exclusivamente de hombres, monturas y bestias de carga. Si en sus breves paradas alguno entabla relación con una mujer, al partir la deja donde la ha encontrado, por más que ella insista en acompañarle. Con todo, son monógamos y muy fieles a las mujeres que han conocido, a las que visitan y colman de regalos cuando sus viajes los llevan de nuevo al lugar donde ellas habitan. En estas ocasiones, y también por un periodo muy breve, reanudan sus efímeras relaciones, por más que las mujeres se hayan aparejado de nuevo en el intervalo, cosa que comprenden y aceptan. Si de una unión ha habido hijos, los dejan con sus madres, pero proveen a su manutención. Cuando el niño cumple los siete años, lo recuperan y lo incorporan a la caravana. Como los hijos nacidos de una forma tan aleatoria son pocos, el grupo étnico acabaría por extinguirse. Para evitar que suceda tal cosa, roban niños, a los que crían y tratan como a verdaderos hijos. De esta manera su número no mengua, pero por la misma razón son temidos. Si alguno enferma de gravedad o por causa de su vejez ya no puede seguir llevando la dura vida de estas gentes, lo abandonan en un oasis con un odre de agua y un puñado de dátiles y la esperanza de que pase por allí otra caravana y reponga las parcas vituallas de su camarada. Como esto no sucede casi nunca, en los oasis que jalonan su ruta no es raro encontrar esqueletos rodeados de pepitas de dátil.

Como todos los nabateos, adoran a Hubal, a quien a veces llaman también Alá, y a las tres hijas de éste, que también consideran diosas, aunque de menor rango. Rezan todos juntos al empezar y al acabar el día, postrándose en la dirección en que, según sus cálculos, está Jerusalén…

Palestina está dividida en cuatro partes: Idumea, Judea, Samaría y Galilea. Al otro lado del río Jordán, en la parte que limita con Siria, se encuentra la Perea, que según algunos también es parte de Palestina. En conjunto es tierra fragosa y mezquina. No así la Galilea, donde la Naturaleza se muestra más amable: el terreno es menos accidentado, no escasea el agua y las montañas cierran el paso al viento abrasador que hace estéril y triste la vecina región. Aquí crecen olivos, higueras y viñas y en los lugares habitados se ven huertos y jardines. Entre la población predominan los judíos, pero al ser tierra rica no faltan fenicios, árabes e incluso griegos. Su presencia, según Apio Pulcro, hace la vida soportable, porque no hay peor gente en el mundo que los judíos. Aunque su cultura es antigua y el país se encuentra en medio de grandes civilizaciones, los judíos siempre han vivido de espaldas a sus vecinos, hacia los que profesan una abierta inquina y a quienes atacarían de inmediato si no estuvieran en franca inferioridad de condiciones. Rudos, fieros, desconfiados, cerrados a la lógica, refractarios a cualquier influencia, andan enzarzados en perpetua guerra, unas veces contra enemigos externos, otras entre sí y siempre contra Roma, pues, a diferencia de las demás provincias y reinos del Imperio, se niegan a aceptar la dominación romana y rechazan los beneficios que ésta comporta, a saber, la paz, la prosperidad y la justicia. Y esto no por un sentimiento indomable de independencia, como ocurre con los bretones y otros bárbaros, sino por motivos estrictamente religiosos.

Por extraño y cicatero que parezca, los judíos creen en un solo dios, al que ellos llaman Yahvé. Antiguamente creían que este dios era superior a los dioses de otros pueblos, por lo que se lanzaban a las empresas militares más disparatadas, convencidos de que la protección de su divinidad les daría siempre la victoria. De este modo sufrieron cautiverio en Egipto y en Babilonia en repetidas ocasiones. Si estuvieran en su sano juicio, comprenderían la inutilidad del empeño y el error en que se funda, pero lejos de ello, han llegado al convencimiento de que su dios no sólo es el mejor, sino el único que existe. Como tal, no ha de imponer a ningún otro dios ni su fuerza ni su razón y, en consecuencia, obra según su capricho o, como dicen los judíos, según su sentido de la justicia, que es implacable con quienes creen en él, le adoran y le sirven, y muy laxo con quienes ignoran o niegan su existencia, le atacan y se burlan de él en sus barbas. Cada vez que la suerte les es contraria, o sea siempre, los judíos aducen que es Yahvé el que les ha castigado, bien por su impiedad, bien por haber infringido las leyes que él les dio. Estas leyes, en su origen, eran pocas y consuetudinarias: no matar, no robar, etcétera. Pero andando el tiempo, a su dios le entró una verdadera manía legislativa y en la actualidad el cuerpo jurídico constituye un galimatías tan inextricable y minucioso que es imposible no incurrir en falta continuamente. Debido a esto, los judíos andan siempre arrepintiéndose por lo que han hecho y por lo que harán, sin que esta actitud los haga menos irreflexivos a la hora de actuar, ni más honrados, ni menos contradictorios que el resto de los mortales. Sí son, comparados con otras gentes, más morigerados en sus costumbres. Rechazan muchos alimentos, reprueban el abuso del vino y las sustancias tóxicas y, por raro que suene, no son proclives a darse por el culo, ni siquiera entre amigos. Hasta hace unos años, las cuatro partes de Palestina estuvieron unidas bajo un solo rey, hombre admirable y decidido partidario de Roma, pero a su muerte estallaron conflictos sucesorios y Augusto, para evitar enfrentamientos, dividió el país entre los tres hijos del difunto. Al que correspondió esta parte de Palestina se llama Antipas, pero al acceder al poder unió a su nombre el de su ilustre padre, por lo cual se hace llamar Herodes Antipas. Es, a juicio de mi informante, un individuo astuto, pero de carácter débil, por lo que se ve precisado a recurrir constantemente a las autoridades romanas para hacerse respetar por su pueblo. De este modo lo mantiene a raya, pero a costa de una impopularidad que va en aumento a medida que pasan los años. Con el pretexto más nimio podría producirse un levantamiento y, de hecho, raro es el mes en que no surge un foco de rebelión, como el que motivó la intervención de Liviano Malio y los legionarios en cuya compañía he viajado hasta ahora. Por fortuna, estos disturbios son aislados, efímeros y fáciles de sofocar, ya que es difícil que los judíos se pongan de acuerdo y unan sus esfuerzos. Los partidarios más acérrimos de la rebelión son los sacerdotes, que se dicen intérpretes de la palabra de Dios, pero su misma condición de sacerdotes los hace de natural holgazanes, acomodaticios y propensos a estar a bien con el poder. Aun así, caldean los ánimos con sus discursos y de cuando en cuando prometen la venida de un enviado de Dios que conducirá al pueblo judío a la victoria definitiva sobre sus enemigos ancestrales. Esta profecía, común a todos los pueblos bárbaros oprimidos, ha calado hondo en esta tierra levantisca, por lo que a menudo aparecen impostores que se arrogan el título de Mesías, como aquí llaman al presunto salvador de la patria.

Con éstos Roma actúa de modo expeditivo.


El asombroso viaje de Pomponio Flato

miércoles, 21 de abril de 2010

Festival de Otoño

Se suspende la lluvia hasta nuevo aviso. Los bosques de Palermo quieren llenar el torrente de sabia con sonidos de trompetas y guitarras.

Nadie está solo. Todos los desconocidos son amigos del alma cuando la música teje las redes.

Ni un solo pie adormecido aunque comience a despertar la noche.




Imposible no pensar que los reflectores vienen sobrando: tal el brillo de los artistas.

Músicas del mundo. Mundos sin fronteras ni lenguas madres.

El trio Boom Pam, The Klezmatics , nuestro “Chango” Spasiuk, la cadencia de

Misia entre fados y homenajes (soberbia cantando Love Will Tear Us Apart,

Hurt y Naranjo en Flor; desopilante presentando a Pessoa)


Un entretiempo con los Babel y el baile desenfrenado… Y Goran.

Goran Bregovic de blanco riguroso al frente de su Weddings and Funerals Orchestra.








Una boda: la del alma con la música.
Un funeral: el de las penas.












P.D: No fui sola. Conmigo, todos mis amores.

Disculpen el pulso tembloroso… Era imposible estarse quieto.

jueves, 15 de abril de 2010

Miércoles



Acontecimientos, la información de todos aquellos sucesos relevantes en el tiempo cercano, el pasado inmediato. De pensar le dolía el ojo, sería mejor olvidar y largarse de allí, pensó con una urgencia de esquizofrenia que surgía desde dentro y le invadía cada grano de sangre de su piel pálida, bellísima... círculos exteriores en la mente, un judío que no creía en Jesús, la raza Arias, un megáfono... le aturdían y necesitaba no pedir nada, a nadie (ni) nada; quería dejar de pertenecer a un conjunto, volver a su ser intimo, dominar sin cordones que ataran, sentir placer al mojarse, oír el agua caer, inundar su casa.


Había donado sangre para poder acudir esa noche a un concierto en la ciudad, una cola y un bocadillo de atún en aceite de oliva. Inventando sonidos caminaba de intro, reflexionaba sobre la implicación del veneno en el liquido receptor tibio que contenía el anillo, lamió la piel del dedo en derredor del aro tropezando con un complicado cartel anunciando al país de la bota destrozando el tacón y hundiendo El Vaticano hasta aplastarlo contra la acera. Levantó la cabeza y vio aquel viejo edificio, un hombre cerraba una ventana, no pudo verle bien, de inmediato volvía a abrirla, pero sólo un poco, intentaba encajar bien la parte de abajo, lo hizo y la cerró de golpe, desapareció.


Volvieron los círculos exteriores que no solidificaron, los volatizó soñando a Bernard Shaw de la misma forma que éste soñaba a su Juana de Arco; el aceite le chorreaba las manos, volvió a lamer ahora casi toda la mano y tiró el resto de atún al suelo y eligió ser Jean Seberg, era Juana de Arco con toda su locura dejada atrás; ya era imparable, sentía que volvía a ser una lunática, un placer. La Seberg, sus amantes: Eastwood y el mejicano Carlos Fuentes, Ricardo Franco vio lágrimas negras en su melancolía del corazón; el amor de Emile Ajar (R. Gary) y el escritor negro Baldwin.


Encendió un cigarro pidiendo fuego a un acordeonista, giraba sobre si misma sin dejar de caminar, escapar de las fronteras de la locura, los gitanos de los balcanes bailaban al son de cachivaches centenarios que sonaban a latas y clarines de feria, obertura delirante de la tragedia final, tatuaje a fuego en su piel blanca y fría dentro de un pobre auto europeo.


Ese mismo frío sintió ella al quitarse los zapatos frente al viejo edificio con la ventana del segundo piso cerrada, había estado danzando en círculos, ese edificio, esa atracción le sacó de su desquiciada y suplantada vida sin beneficios; sentir que abandonaba el infierno al entrar en el refugio, mojándose los pies con el agua que lloviznaba del techo de su nueva casa, cribando la vida sintió que era allí, agarró la maleta y subió con ella por una escalera de pequeñas cataratas hasta la puerta de la fuente, llamó como si lo hubiera hecho durante los últimos dos años, Shelter abrió la puerta, hacia mucho tiempo que la estaba esperando.

martes, 9 de marzo de 2010

Jueves


Violín

Al abrir los ojos vi el suelo lleno de mayólicas antiguas. Despertando, la niebla de los sueños se disipa entre medias alucinaciones y temblores de realidad, hacía frío. Los jueves son los días más fríos del verano, en invierno los más cálidos aunque nieve, no sé por qué tenía frio, era jueves. Necesitaba salir a caminar, perderme por las fachadas de los vecinos, por la playa de la Estratégica que se sale del Limbo, en una librería virtual o llegar caminando hasta el interior de una búsqueda que entretiene aunque no conozca destino ni causa, perderse es gratificante si no te ciegas.

La pasión, que no depende de nosotros, según La Rochefoucault, tan poco como la duración de nuestras vidas, la sustituí por la codicia, por la voracidad desoladora de querer perderme dentro de mí, convicción firme de un débil. Caminé horas sin mirar tan sólo en el interior de una inteligencia dentro de un corazón envuelto de miedos. Divagando sobre trampas, gatillos de cañones, cicuta, violinistas desnudas, necios, profesionales especializados en maquillar cadáveres, monjas y Papas asesinados, cofres de tesoros, dentelladas de tísicos, algunos músicos del Bronx, cacatúas, poliedros en cabezas de balas alemanas de frutas y sobre el mal puro, cuando advertí que ya no caminaba y me hallaba sentado junto a un mono que hablaba, recitaba la tabla de multiplicar por el seis. Apreté los puños y levanté la cabeza aún frente al espejo con el agua mojándome los pies, el agua salía del lavabo a borbotones, pequeñas cascadas ruidosas mientras el mundo seguía cayéndome encima como todos los días. Desconozco el tiempo que no se paró frente a aquel espejo, demasiado quizá.

No creo que pudiese aguantar a dos Testigos de Jehová hoy, pensé cuando llamaron a la puerta, cerré el grifo y salí sin camisa. En la puerta, plantada, estaba mi vecina, es de mi edad, vive sola y no creo que tengamos más vecinos en todo el viejo edificio. El agua de los monos parlantes había llegado a su casa. Volví dentro dejando la puerta abierta y preparé café. Era la primera vez que nos veíamos cara a cara, que escuchaba su voz cálida de Jueves y el ruido de su maleta arrastrada por el agua.


viernes, 5 de marzo de 2010

NOVELAS. recomendando Ignatius Reilly




Debo introducir aquí una nota. Cuando yo asistía esporádicamente, a las clases de graduados, conocí un día en la cafetería a la señorita Myrna Minkoff, joven pregraduada, una escandalosa y ofensiva doncella del Bronx. Esta especialista del universo del Gran Hormiguero se sintió atraída a la mesa en la cual tenía yo mi corte, por la singularidad y el magnetismo de mi ser. Cuando la magnificencia y la originalidad de mision del mundo se hizo patente a través de la conversación, la Minkoff empezó a atacarme a todos los niveles, llegando incluso, en determinado momento, a darme patadas, bastante vigorosas, por debajo de la mesa. Yo la fascinaba y la confundía al mismo tiempo; era, en suma, demasiado para ella. El provincianismo de los ghettos de Gotham no la había preparado para el carácter único y singular de Vuestro Chico Trabajador. Myrna, en fin, creía que todos los seres humanos que vivían al sur y al oeste del río Hudson eran vaqueros iletrados o (peor aún) protestantes blancos, una clase de seres humanos que como grupo se especializó en la ignorancia, la crueldad y la tortura. (No deseo yo defender concretamente a los blancos protestantes; tampoco les tengo en demasiada estima.)
Los modales brutales de Myrna pronto alejaron a mis cortesanos de la mesa, y nos quedamos solos, todo café frío y palabras ardientes. Cuando manifesté mi desacuerdo con sus rebuznos y parloteos, me dijo que yo era evidentemente un antisemita. Sus razonamientos eran una mixtura de medias verdades y de tópicos, su visión del mundo un compuesto de concepciones erróneas que se derivaban de una historia de nuestra nación, escrita desde la perspectiva de un túnel de metro. Escudriñó en su gran valija negra y me asaltó (casi literalmente) con pringosos ejemplares de Hombres y masas y ¡Ahora! y A las barricadas y Agitación y Cambio y diversos manifiestos y panfletos pertenecientes a organizaciones de las que ella era el miembro más activo: Estudiantes por la libertad, Juventud por el sexo, Los musulmanes negros, Amigos de Lituania, Los hijos del mestizaje, Consejos de ciudadanos blancos. Myrna estaba, en fin, terriblemente comprometida con su sociedad; yo, por mi parte, más viejo y más sabio, estaba terriblemente descomprometido.
Había conseguido sacarle algo de dinero a su padre para venir a la universidad a ver cómo estaban las cosas «por el sur». Desgraciadamente, me encontró a mí. El trauma de nuestro primer encuentro alimentó el masoquismo mutuo y desembocó en una especie de affair (platónico, claro está). (Myrna era decididamente masoquista. Sólo era feliz cuando un perro policía hundía sus colmillos en sus leotardos negros o cuando la arrastraban por los pies escaleras abajo para sacarla de una audiencia del Senado.) He de admitir que siempre sospeché que Myrna estaba interesada en mí sensualmente; mi actitud rigurosa hacia el sexo le intrigaba. En cierto modo, me convertí para ella en otra especie de causa. Logré, no obstante, desbaratar todos sus intentos de asaltar la fortaleza de mi cuerpo y mi inteligencia. Myrna y yo, por separado, confundíamos a la mayoría de los estudiantes, pero en pareja confundíamos doblemente a aquellos sonrientes cabezas de chorlito sureños, que constituían la mayor parte del cuerpo estudiantil. Según tengo entendido, los rumores que corrían por el campus nos ligaban a las intrigas más inconcebiblemente depravadas.

La panacea de Myrna, para cualquier cosa, desde arcas caídas hasta depresión nerviosa, era el sexo. Propagó diligentemente esta doctrina con desastrosas consecuencias para dos bellezas sureñas a las que tomó bajo su protección, con el propósito de renovar sus mentes atrasadas. Siguiendo el consejo de Myrna, y con la solícita colaboración de varios jóvenes, una de estas sencillas muchachas sufrió una crisis nerviosa; la otra intentó, sin éxito, abrirse las venas con una botella rota de cocacola. La explicación de Myrna fue que las chicas eran, en esencia, demasiado reaccionarias; y predicó con renovado vigor la libertad sexual en todas las aulas y pizzerias, logrando que casi la violase un bedel de la Facultad de Sociología. Yo, entretanto, procuraba guiarla por el camino de la verdad.

Tras unos cuantos semestres, Myrna desapareció de la universidad, diciendo, a su modo ofensivo: «Este lugar no puede enseñarme nada que ya no sepa.» Los leotardos negros, la tupida mata de pelo y la valija monstruosa desaparecieron; el campus, con sus hileras de palmeras, volvió al letargo y el besuqueo tradicionales. He vuelto a ver a esa ramera liberada algunas veces, pues, de cuando en cuando, se embarca en una «gira de inspección» por el Sur, parando en Nueva Orleans para arengarme e intentar seducirme con sus lúgubres cantos de cárcel y cadena y de cuadrilla, que rasguea en su guitarra. Myrna es muy sincera. Por desgracia, también es muy ofensiva.
Cuando la vi tras su último «viaje de inspección», estaba bastante sucia y desvencijada. Había hecho paradas por el Sur rural, para enseñar a los negros canciones populares que había aprendido en la Biblioteca del Congreso. Parece ser que los negros preferían la música contemporánea y que encendían sus transistores ruidosa y desafiantemente cuando Myrna iniciaba una de sus lúgubres endechas. Aunque los negros habían procurado ignorarla, los blancos habían mostrado gran interés por ella. Bandas de blancos pobres y fanáticos la habían echado de los pueblos, le habían pinchado los neumáticos, la habían azotado los brazos. La habían perseguido sabuesos, le habían aplicado aguijadas eléctricas, la habían mordido perros policías, la habían rozado ligeramente con perdigones. Ella había disfrutado infinito, y me había enseñado muy orgullosa (y, podría añadir, muy sugestivamente) la marca de un colmillo en la parte superior de uno de sus muslos. Mis ojos perplejos e incrédulos apreciaron que en aquella ocasión llevaba medias oscuras y no leotardos. Pero no se encendió por ello mi sangre.

Mantenemos una correspondencia regular, y el tema habitual de sus cartas es el de urgirme a participar en manifestaciones, desfiles y ocupaciones, sentadas y cosas de ese género. Pero yo no como en restaurantes baratos ni nado, así que he ignorado hasta el presente sus consejos. El tema subsidiario de su correspondencia es instarme a ir a Manhattan, para que ella y yo podamos alzar nuestra bandera de confusión gemela en aquel centro de horrores mecanizados. Si alguna vez me siento bien de veras, quizás haga el viaje. Por el momento, esa almizcleña joven-cita probablemente esté en el fondo de un túnel del metro, atravesando el Bronx, corriendo de una asamblea de protesta social a alguna orgía de canciones populares, si no es algo peor. Algún día, las autoridades de nuestra sociedad la detendrán simplemente por ser quien es. La cárcel dará al fin sentido a su vida y acabará con sus frustraciones.

jueves, 4 de marzo de 2010

Voyeur Imperfecto, a Tichý, al Zurdo...












Convertir lo común en un ente único. Llamar la atención sobre aquello que seguramente pasará desapercibido.

Culos. Tetas. Mariposas. Cielos. Cuestión de gustos en la elección de los objetos de deseo.


Nikon. Pentax. Canon. Una simple digital japonesa. Una caja de zapatos.

Dejame ver… Dejame robar el alma del instante.


Afán de embalsamar átomos y capturar los rostros del hombre en las alas de un colibrí, en los hongos Nagasaki, en las hojas que arrastra un huracán. En la sonrisa de un niño descalzo.

Y Tichý sigue juntando tapitas de cerveza y formas femeninas mientras el mundo analiza su “delirio” de muestra en muestra.



Culos. Tetas. Mariposas. Cielos.


Buscando el gran angular para que el término “Voyeur” amplíe su terrible estupidez de diván psi…






miércoles, 3 de marzo de 2010

Miroslav Tichý- 20 de Noviembre 1926 en Kyjov, Moravia.(Voyeur)



"¡La fotografía es pintar con luz! Las manchas, los puntos... ¡eso son errores! Sin embargo, los errores son parte de la foto, le dan su poesía y la convierten en una pintura. ¡Y para eso se necesita una cámara tan mala como sea posible! Si quieres ser famoso, tienes que hacer lo que haces peor que cualquier otra persona en el mundo entero.", Miroslav Tichý.







Fuentes: 7 Palos de Amianto



Tichý, que nació el 20 de noviembre de 1926 en un pequeño pueblo de Moravia, Kyjov, es hoy un viejo animal domestico, ya no ahuyenta a los visitantes curiosos lanzándoles un hacha. La gente dice que Miroslav Tichý nunca ha tocado a una verdadera mujer, sólo ve bragas, circulando por las calles o reposando en un banco. La cuestión es que nunca se ha preocupado por el público, de una exposición o de una publicación, para él, por nada de eso valía la pena luchar. La iusilón del mundo, de todos, es una mera apariencia, un archivo, y todo el mundo reconoce sólo lo que quieren, se mantiene en repetidas ocasiones. Tichý vive en su propio mundo, uno que no está determinado por objetivos convencionales ni por bondades maléficas (sujetadores demagógicos de ceñir)

Después de haber entrado en la Academia de Arte de Praga en la década de 1940 probó suerte como pintor y dibujante. Su amigo de infancia y salvador de su vida así como de su obra Roman Buxbaum, da fe en las nueve entrevistas que he leído de que era un pintor talentoso, pero Tichý el excéntrico se retiró para tomar fotografías. En 1948 decide también retirarse de la mirada del comunismo autócrata y loco de la Europa del Este; eso conllevaba un coste, pasó quince años en psiquiátricos, lo tomaron por loco a él, donde manda un emperador el lacayo se arrodilla o no pasea los huesos por el horizonte que se muere al final de la calle. Ese choque con la sociedad del calvario pro-ruso y su personalidad introvertida le adentró en esa espiral lenta de no preocuparte del mundo ni de nadie que lo habite, descuidó su aspecto y en su pueblo le reconocían por vagabundo y demente, el hombre del saco, pues hasta los niños temían al verle.

Pero Miroslav quería esa marginación, la buscaba, era ya un samurai "Soy un samurai, y mi único objetivo es aniquilar a mi adversario". Corrían los años sesenta y había aguantado el infierno estatal así como el despotismo inherente de un pueblecito. Era talentoso e ingenioso, en el agujero en el que se encerró estaba lleno de libros de poesía, de historia y de toda clase de narrativa y por supuesto de óptica. Empezó a construir sus cámaras de cartón, objetivos con latas de tomate, ruedas para pasar películas de tapones de cervezas y trozos de plexiglás encontrados en la basura para pulir lentes… diseñó cámaras fotográficas imposibles. En aquel pueblo perdido de Chequia se impuso tirar cien fotos diarias, todas de mujeres, persiguiéndolas, aún hoy, lleva treinta años girando sobre ese punto, llenado su casa-agujero de fotos y de dibujos, años sin calefacción agregaron el moho que hoy día se expone en los mejores museos y galerías del mundo. Muchos lo consideran un Voyeur, aquellos que no ven en sus fotografías una belleza que les resulta invisible, un mundo de armonía, sensualidad y gracia (Buxbaum dixit). El samurai contesta: “Yo no soy pintor. Ni escultor. Ni escritor. Soy Tarzán en la jubilación” “Soy una persona asilvestrada, incluso Juan de Nepomuk, o Dios, tiene alguna influencia sobre mí. Nadie” “Yo no como animales, porque el animal es como yo”.






En invierno dibujaba chicas desnudas al sol o sentadas frente a él completamente desnudas y abiertas. Todos los días del verano checo, Tichý se atrincheraba frente a la valla de la piscina de Kyjov y disparaba sus cientos de fotos diarias; mujeres, las niñas tomando el sol en el parque, las mujeres maduras en el mercado y en bici por la calle… La pose natural, y risueña de las chicas quizá se deba a que pensaban que sus cámaras eran sólo chatarra de lavadoras amarradas con hilos de zapatos de un loco, pero el erotismo, la malicia, toques de ironía y buen humor, esos, se los da la mirada profunda del samurai, esa forma de vida automarginada, los da sin alardes y sin rabia de perro egocéntrico, festejando su pasión por las mujeres que nunca ha tocado físicamente, sólo acariciado con los ojos, descuidando el resultado final tanto, como los harapos que viste; bebiendo mucho, casi deliberadamente, como vivir en su agujero, todos movimientos favoritos nada casuales, ni la aparente pobreza lo es, nada es accidental en la vida del viejo animal fotógrafo, y por méritos, Tarzán japonés: No hay nada comparable en la historia de la fotografía



“Naturalmente, Tichý no ha venido a ninguna de las galerías en las que se ha expuesto su obra. Ni se lo pregunté”, añade. “Pero cuando le enseñé el catálogo vi en sus ojos algo que se parecía a una especie de felicidad”. (R. Buxbaum)

A pesar del reconocimiento internacional que sus fotos están cosechando, Tichý sigue viviendo en el mismo agujero en Kyjov.

Ahora, los de Kyjov ya no se ríen tanto del extraño hombre de la barba larga que iba siempre cargado con objetivos de lata.





domingo, 28 de febrero de 2010

¿Qué dice?... Socorro...


SOS S-O-S S-O-S S-O-S S-O-S S-O-S SOS





Caña de pescar convirtiendo lo mediocre en mediocre con caña.



Fueron a rescatar la muerte ajena…


Y yo también escribo en su pecho…





Sabotaje de mis piernas con prejuicio de tacones

O las uñas despintadas, enganchadas en el nylon

Sombras sin soles fabricadas por los lentes Dior



Ambición de ciclamato en la lengua porosa

Y vos cortando jazmines con una guadaña

Único resplandor el de una vela

Demostrarme por nada

En la mirada de nadie

Ni sacar la herrumbre de los lagrimales

Músculos de la risa hechos rieles y

Encorvar, cada noche, el corazón



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Soy el jefe. Esto es champagne… Feliz navidad.

Soy el jefe. Esto es champagne… Feliz navidad.



Grito que se pierde en el ajedrez de glóbulos.



No, no me inyecten. No me dejen sin conocimiento estoy intentado hablar con ustedes solo te pido que cojas una idea que está en mi mente y la pongas en sus mentes no están mas lejos de un metro.

No me escuchan.



Hola! Hola a todos soy yo y puedo hablar con ustedes.



- Es morse…

-¿Qué dice?



-SOS socorro.



-Pregúntele que quiere.



-Quiero sentir aire fresco sobre mi piel. Que hay gente a mi alrededor.

Que me hagan publicidad como el último hombre que se alisto en el ejército creyendo que el ejército hacía hombres.
Quiero salir para que la gente me vea; que me lleven a una feria donde puedan contemplarme todos.

Si no quieren dejar que la gente me vea entonces mátenme…



- ¡Padre! Al menos podría decirle que tenga fe en Dios.

-¿No pondré a prueba su fe por esta estupidez…

-¿Y usted se llama sacerdote?

-este es un producto de su profesión, no de la mía.-






SOS S-O-S S-O-S S-O-S S-O-S S-O-S SOS



“Dulce et decorum est pro patria mori”

War dead since 1914: over 80.000.000

Missing or mutiladed: over 150.000.000

“Johnny got his gun”

Dalton Trumbo, 9 de dic.1905 – 10 de sept. de 1976.














Videos tu.tv


miércoles, 24 de febrero de 2010


Los sueños de Shelter. Tan perfectos para la libertad.
Conserva en la memoria todo lo que, tarde o temprano, nos va a servir para recuperar los diamantes o para desalojar a los intrusos de las tierras.
El último graf que escribió decía “Para morir con gloria hay que vivir con dignidad”. Según cuenta, lo decía su padre cuando cantaba el himno de su patria. ¿Patria dije?


Uh, es tarde. Hoy no vendrá y a mi se me puso en la cabeza que es como fotografiar el alma. Él y esta sensación rebelada que quizá vuele en cuanto cierre mis ojos.




Le preguntaré en el próximo paseo. Sabe tanto. Sabe todo.



Sí. Le voy a preguntar ¿Qué es esta felicidad de mandolina donde nace la risa
Acordeones abajo? Este estarse quieto y rodar sobre pasto tibio, sobre arena escarchada.
Este captar en radares la estela de un sueño o dibujarlo en los pies fríos de los pescadores.

Él sabrá las respuestas.

¿Qué es esta felicidad de Cognac en medio del alba?


¿Y este reporte de uno mismo en letras chinas o rusas?


¿Cuánto cuesta este rincón de susurros con el miedo encapsulado?


¿Y esta ausencia tan presente? ¿Esta casa hecha de nubes; de cajones sin reproches?

Lo espero y le pregunto:


¿Es posible esta Nada feliz?


............

Tanto por hacer en las calles del Soweto y yo tratando de guardar un poquito de felicidad para después.